jueves, 10 de diciembre de 2009

Las croquetas de la infancia


Joder cuanto tiempo hacía que no me cogía una buena gripe, años y años.
Recuerdo cuando pesqué la última. Yo vivía todavía en Ceuta con mis padres y mis hermanos, era, sin yo saberlo todavía, mi último año en la ciudad caballa. Dio la puñetera casualidad de que era época de carnaval, que a mi me encantaba, la ciudad entera era una celebración continua y tu ibas con tus amigos a fiestas privadas organizadas por algunos padres, fundamentalmente para inflarnos de refrescos y patatas y jugar a cualquier cosa, era genial, además sin colegio una semana entera.
Pues bien, me lo perdí, me pillé una gripe de las que hacen época y dio la casualidad que mis abuelos estaban en Ceuta con nosotros, así que ellos fueron los encargados de cuidarme, bueno más bien mi abuela, porque mi abuelo en invierno invernaba como los osos, no era muy de frío el abuelo Manolo, el era más de cruzcampito y tapitas al sol de una buena terraza sevillana.
Os podéis imaginar el berrinche que me cogí cuando casi reviento el termómetro de casa que me había metido mi madre debajo de la lengua, lloros, pataleos... en fin lo normal ¡Me iba a perder el carnaval!
Después de que se fueran mis padres y mis hermanos yo me quede con mi pijama azul de rayas tumbado en el sofá, más disgustado que una mula cuando apareció mi abuela -Se que todos tenéis una pero la mía es la mejor del mundo, no os quepa duda- con un plato de croquetas que no se lo saltaba un torero (a mi me encantan). Me lo dio ella misma, aunque ya no tenía edad, y me quedé dormido en su regazo como un bebe.
Todavía me acuerdo de esas croquetas... y ahora que estoy con gripe bien que me comería unas pero si me las da mi agüela de la misma manera.